Cortando el hilo por lo mas delgado
En la retórica diaria, abogamos por generosidad y repudiamos los prejuicios. Sin embargo, en el primer choque cultural, nuestras quejas revelan lo contrario: más prejuicios y menos generosidad. Culpar a todos los extranjeros es olvidar que nuestras autoridades se beneficiaron de su llegada. Suena a hipocresía hablar de igualdad y generosidad, pero al surgir problemas, somos los primeros en quejarnos. Antes, ser nacionalista era mal visto, ahora todos pretenden serlo sin asumir el costo. Religión, principios, valores, todo se olvida en las crisis, pero rara vez culpamos a las autoridades. ¿Qué hacer? ¿Seguir esperando un milagro o asumir responsabilidad por las autoridades que elegimos? La reflexión es clave para superar esta encrucijada.
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